miércoles, 9 de octubre de 2013


TESEO

Todas las voces se agarran a los ojos, todos los recuerdos se agolpan en las aberturas de los poros. Tu aliento atraviesa espacios, me quema y me desgarra piel adentro. Eres tú, no hay duda. Cataclismo de emociones que rompe la contención de la frontera, de esta frontera hecha de medidas marcadas por la extensión de la epidermis, de esta dermis que delimita el contorno de nuestros músculos, de nuestros huesos. Eres tú, erguido ante mí, con tu voz clamando desde el infinito fondo de tus pupilas.
Me alcanza el fuego de la caverna, la piedra ardiente, el hogar perenne que nos alumbraba entonces. Ara ancestral, incombustible al tiempo. Me imanta tu mirada, me adentra en esa obscuridad de siglos, de milenios, que va retrocediendo hasta el principio y se convierte en llama que calcina todos los nombres, todos los años, todos los trayectos recorridos desde entonces. De nuevo tú, Teseo, te presiento al mismo ritmo de pulsación que sacude mi sangre, mi ser entero. No, no es tarde, nunca es tarde, aunque sea a destiempo.

Y ahora el miedo. Siempre el miedo, volver a despedirnos tras cada encuentro, entre las ondas continuas del tiempo. Despedirnos y volver a buscarnos, sin saber que nos impulsa la corriente imparable del destino y que nos entorpece la maldición perpetua del libre albedrío. Incomprensible memoria de lo que fue y de lo que será. Tú has de consumirte, una vez más, en las honduras de mi cuerpo, como yo me consumí, tantas veces, en las profundidades del tuyo. Y los dos acabaremos siendo consumidos en el seno de la tierra, una vez más. Una vez más. Y así será hasta que comprendamos el plan de los Dioses. El vínculo que nos va uniendo y desuniendo en esta estela de amor- luminosa hebra del laberinto- que dejamos atrás y  que regresa y, de nuevo, nos espera, Teseo, sin que nosotros esperemos nada. Sin que nosotros alcancemos a comprender nada más que esta potestad de conseguir reconocernos, dentro del continuo fluir de los siglos, en esta isla de Naxos que es la vida.

__EL AÑO DE LAS TRECE LUNAS_

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola María. Un placer leerte y gracias por tu inesperada visita.

Un cordial saludo

La Solateras dijo...

Una hermosura, María.

Besos

María Luisa García-Ochoa dijo...

Madre mía con las trece lunas. Fantástico el fragmento.

Amando García Nuño dijo...

Poderoso texto de seres consumidos, despeñados acaso, siempre ignorantes. Poderoso texto de nosotros.
Abrazos, siempre

catherine dijo...

Otra metáfora marina: piel adentro. Me gustan todas, la piel y las pupilas y las miradas; todas. El fuego nos consume a nosotros también al leerlo.
Un beso, María.