jueves, 21 de marzo de 2013

POÉTICA EN GREDOS CONTRA LA VIOLENCIA SOCIAL, EN EL ATENEO DE MADRID




 Javier Calle: "La Manada"
 Teresa Espasa
 Julián Martínez
 Begoña Montes
 Estanis Soldavini

Isabel Miguel
 Rebeca Barrón
 Elías y Eloy interpretarán: "A Galopar"

martes, 19 de marzo de 2013

LA SONRISA DE CIRCE


LA SONRISA DE CIRCE

A veces, la verdad se desploma como como granizo en la tormenta, el alma se hace trizas bajo el peso del hielo. La boca siente que es barro y no agua lo que bebe, turbio cieno que anega la garganta. Toxicidad de tragos de veneno que asfixian la pureza del canto, ese canto que fluía entre los labios y soltaba el vuelo de lo hermoso hacia espacios de luz…


Ponzoña del engaño, mentiras que desgajan sendas nacidas en cumbres de inocencia. Embustes que corrompen la bondad de la conciencia. Sí, pero de la conciencia de quien miente y no de la del defraudado. Así, no el dolor, pero sí el daño es mayor para quien vive fingiendo dobles vidas en su vida, es más intenso para el farsante que para quien ha sido vulnerado en su  confianza, deslumbrado por palabras que iban celando sombras de camelos, entre dulces frases de falso idealismo, o de dolosa espiritualidad.
Y ahora el légamo. Lodo en todo lo insincero, lo postizo, lo ilusorio, lo teatral. La boca escupe el cieno que atraganta la glotis, expele ese veneno -con fuerza- sobre quien lo generó. Y la verdad, la verdad desnuda, en su integral pureza, le ofrece un manantial de agua transparente, nacida del hielo que se va licuando desde el alma recompuesta, para limpiar cualquier mácula de daño. Mientras el légamo asfixia a quien se revuelca en el hondo barrizal de sus mentiras. Y Circe sonríe, ya no ejerce su magia, no convierte en cerdos a los traidores… sólo mira, es consciente de que los humanos no saben hozar. Sólo se ahogan.

lunes, 4 de marzo de 2013

DESDE TAN ATRÁS


Imagen de Internet

DESDE TAN ATRÁS

Perderse en el tiempo, este tiempo que derrama su cansancio sobre ti, este tiempo del que has emergido desde tan atrás, como un nadador -o un náufrago-, empapado de vida, impregnado del salitre que dejaron los años sobre tus cabellos. Perderse en ti, en el acerbo arco de tus labios, amarga cimbra que impide que me alcancen tus palabras. Sólo ellos, tus labios, me hipnotizan… se curvan, se cierran, se abren dejando escapar sonidos que no comprendo. Sonidos que se diluyen en el aire, mientras miro tu boca, la de entonces, la de ahora. Perderme en tu boca, capturar las palabras con mi lengua, apresándolas, para que no se deshagan en el aire, sus letras firmes como tus dientes, húmedas como peces de saliva.
Y esta luz que me atrapa, surgida desde un grito que se adentra en mis pupilas, es la voz de tus ojos. Ellos me llaman con nombres que no conozco, con extraños nombres de agua,  que me envuelven como olas. Nombres de arena que me cubren de cuarzo, multitud de partículas -como tamo de astros-, residuos de un pasado inasible, lejano, lejano…
Y te miro y me pierdo en el tiempo, ignoro tu nombre. Y los nombres se agolpan como gotas de agua. Al filo de mi boca se agita un vuelo de vocales, se agarran a mis labios; las consonantes permanecen en la sombra.  Estás ante mí, náufrago del tiempo, nadador del espacio. No sé quién eres, sólo sé que te amo. Y que esto es un sueño.

María Sangüesa