lunes, 4 de abril de 2011

HASTA SIEMPRE, JOSÉ LUIS ZÚÑIGA

Parece mentira, ha sido tan rápido, tan inesperado. El quince de Marzo lo vi por última vez, le comenté que iba a estar en Palermo el día de la presentación de su libro en el Café Libertad. Me dijo que no me preocupase, que iba a hacer otra en Los Diablos Azules. Ya nunca podré darle el abrazo que no le di ese día, ni decirle lo que me pareció ese libro que quedé pendiente de recoger de sus manos... "Cuando pase todo este jaleo de la presentación y del viaje".

Ahora es él el que ha ido a darse una vuelta por rumbos muy lejanos, quizá hacia las estrellas (me gusta pensarlo así), antes de darme tiempo para tomarnos ese café que nos quedó pendiente junto a Lidón, antes de poder charlar de tantas y tantas cosas...
Este es uno de sus poemas, lo publicó en su blog el pasado cuatro de Diciembre. Me impresionó mucho, como también a Luisa Navarrete, que le hizo un comentario especial en su blog y, además, le ha hecho más de un retrato; he estado tentada de tomarle prestado uno de ellos, pues me gustan mucho, Luisa refleja imágenes que van más allá de lo material. Pero esta entrada no va a llevar más imagen que la de su recuerdo.
¡Hasta siempre, José Luis!

A PIERNA SUELTA
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Digamos que hoy es un día extremadamente día,
un día para morirse de gusto y de un tirón.
He tomado el café por la mañana y me supo a demonios,
tal vez no adiviné que éste era el día de morirse de gusto
porque yo no adivino casi nada más allá de mi muerte
―que esa la palpo sin hurgar los posos del tifón―,
soy un desastre de premoniciones, un desastre tan célebre
que pudiera ser jueves, ni tan siquiera acierto si las sábanas
están bien remetidas en la cama después de revolcarme,
que es el colmo, asomarse al abismo de los pluscuamperfectos
entre tanto pretérito imperfecto.
Pero decía que esta mañana amaneció mañana, así, sin más,
y que esta tarde es tarde de regla y cartabón,
hasta cantan los pájaros en las ramas del tilo centenario
que la furia del viento arrasó en otra tarde menos tarde.
Para acabar diré que me gusta la noche, que soy bueno
y que no tengo nada que decir, como es obvio.
Sí, hoy es un día extraño, tan extremo
que apetece morir a pierna suelta.
José Luis Zúñiga